jueves, 9 de noviembre de 2017

Estilos de vida saludable y los que no.



Cuando se mantiene un estilo de vida “SALUDABLE” se involucran actividades que no causan efectos negativos sobre la salud, entre los cuales se encuentran: Alimentación correcta, práctica de actividad física y manejo adecuado del estrés. ¡A favor de una alimentación correcta!: Adoptar un nuevo estilo de alimentación implica disminuir el contenido de calorías, además, comer bien significa disfrutar de un buen sabor, así como de una buena nutrición. Ésta se puede lograr tomando en cuentas las siguientes características para asegurar una sana alimentación y por lo tanto salud:
Completa: incluye alimentos de cada uno de los grupos de alimentos: verdura y fruta, cereales, alimentos de origen animal y leguminosas; para asegurar la ingestión de todos los nutrimentos necesarios.
Equilibrada: guarda proporciones adecuadas entre proteínas, carbohidratos y lípidos (grasas). Sabiendo que todos los nutrimentos son igual de importantes para mantener la salud.
Suficiente: pretende cubrir con las necesidades nutricias que cada persona requiere y obtener un peso saludable. En el caso de los niños se favorece el crecimiento y desarrollo en la velocidad adecuada.
Variada: integra diferentes alimentos de cada grupo en las comidas.
Inocua: significa que el consumo habitual de los alimentos no implica riesgos para la salud, porque están libres de microorganismos dañinos, toxinas y contaminantes.
Adecuada: según los gustos y la cultura de quien la consume, de acuerdo a sus recursos económicos.
VIDA NO SALUDABLE:

Se considera una alimentación inadecuada la que favorece enfermedades como la obesidad y la arteriosclerosis, entre otras posibles enfermedades. Una dieta sana ha de tener presente alimentos ricos en fibra (pan integral, frutas, verduras, legumbres, frutos secos...) y una proporción global adecuada de hidratos de carbono (50%), grasas (30% máximo, no debiendo superar las saturadas el 8%-10%) y proteínas (15%).
Una dieta con excesivas calorías o con exceso de grasas o hidratos de carbono conduce a la obesidad, sobre todo en ausencia de una práctica adecuada y regular de ejercicio. La obesidad favorece múltiples trastornos de salud, de los cuales destacan el síndrome de resistencia a la insulina (clave de la diabetes) y las enfermedades cardiovasculares.

La lucha contra la obesidad es prioridad en la política sanitaria de todos los países del mundo occidental y se centra en concienciar a la población en la mejora de los hábitos saludables relacionados con la alimentación y la práctica de ejercicio.

1 comentario:

Diana Carolina dijo...

Este apartado me parece muy interesante, debido que muestra información que nos ayuda a identificar los estilos de vida saludable y los que no lo son.